Cerdeña (Italia)

El 15 de mayo llegó el ansiado viaje a Cerdeña (3 meses esperando por él). A media mañana puse rumbo al aeropuerto, donde nos encontraríamos los 8 personas que nos íbamos juntos. De camino al aeropuerto intentamos resolver el primer problema, y eso que aún no habíamos salido. Una de las maletas era muy grande y pesada para llevar como equipaje de mano, así que tocó sacar maleta facturada a través de internet, para evitar los elevados costes de cogerlo en el aeropuerto.

Viajábamos en ryanair (www.ryanair.es). El avión salió con retraso, dado que había huelga de controladores en Francia, y se estaban cancelando vuelos, y retrasando otros (menudo susto al llegar al aeropuerto y ver que se estaban cancelando vuelos, ya que ninguno de los que viajábamos sabíamos esto).

Llegó la hora del embarque, y allá fuimos. No pudimos sentarnos todos juntos, ya que ahora ryanair asigna asiento, y como no se quitaron todos al mismo tiempo, nos fueron asignando asientos desperdigados. Cinco íbamos juntas; algunas se dedicaron a dormir, y otras a charlas para pasar el tiempo, y a hacer fotos de las vistas desde el avión.; y de los acompañantes que llevábamos en el avión.




Llegamos al aeropuerto de Fertilia sobre las 6 de la tarde. Bajamos del avión por la escalerilla, en plan familiar. Al bajar del avión nos encontramos con una casita dentro de la zona de pistas.

Una vez recogimos la maleta facturada, nos fuimos a recoger los dos coches que alquilamos. Esta vez, para alquilar los coches, escogimos la compañia Sardinya Rent a Car.


En el mostrador de la compañía nos dieron a elegir el coche que queríamos: Nissan Micra, Opel Corsa, ó Renault Clio. La elección fue dos Renault Clio, gasolina.



Nos dirigimos a la zona de aparcamiento a recoger los coches. Cargamos las maletas,nos repartimos en los coches y pusimos rumbo a Castelsardo, ciudad donde teníamos que recoger las llaves de los apartamentos.

Después de 1 hora y 10, y 60 km (las carreteras no son demasiado buenas, y la velocidad máxima es de 90 km/hora por fuera de núcleo urbano) llegamos a Castelsardo. Al llegar, parte se fue a hacer la compra al super, CONAD; y el resto nos fuimos a recoger las llaves de los apartamentos:

- Appartamenti Lu Bagnu (Via Vienna 17, Lu Bagnu)
- Residence Le Margherite (Via Vienna 19, Lu Bagnu)

El recibimiento fue buenísimo. Una persona nos dijo que nos llevaba hasta ellos para que supiéramos llegar, y para explicarnos el funcionamiento.

Nos fuimos dos, mientras el resto seguía comprando. En 5 minutos estábamos en los apartamentos, situados en el pueblo de al lado, Lu Bagnu. Al llegar nos encontramos con dos pareados preciosos por fuera, y por dentro, con zona de jardín, y aparcamiento.



Nos enseñó las casas, nos alquilaron las sábanas (2€ las de las camas pequeñas, 3€ las de las camas grandes; y si se cogen también las toallas son 4€), y nos explicaron el sistema de reciclaje de la isla (diferencian entre 6 cosas distintas). Una vez nos explicaron las cosas, la persona que nos acompañó se marchó. Y nosotras también, a recoger al resto. Fuimos hasta Castelsardo, y volvimos hasta los apartamentos, no sin antes gastarles una broma al resto de compañeros de viaje.

Les dijimos que al final sólo nos habían dado un apartamento (ya que uno de ellos fue una cesión de dos amigos, que finalmente no pudieron venirse con nosotros de viaje por motivos laborales); y que era de lo peor, y para más historia, no nos habían puesto las camas supletorias que habíamos pedido. La broma coló. Alguno se enfadó muchísimo camino a los apartamentos; otros se lo tomaron bien. La broma la aguantamos hasta la llegada a Lu Bagnu, donde ya les contamos la verdad.




Al entrar en los apartamentos, hicimos el reparto de camas. Al hacer las camas, nos dimos cuenta de que se habían olvidado de dejarnos las de una de las camas pequeñas. Llamamos, y en menos de 20 minutos las teníamos en el apartamento (la atención del personal es inmejorable, un 10). Hicimos las camas, y cenamos.

Después de cenar, encontramos algo para pasar el rato... en las cortinas tenían puestas pinzas con flores, así que las cogimos, y nos decoramos todas. Monísimas que quedamos!!!. Y como no, inmortalizamos el momento, para no variar. Fotos con las pinzas de flores, incluso se llegaron a hacer fotos posando con algunos de los cuadros que había en el apartamento. Después de pasar un rato divertido, a la cama, que al día siguiente tocaba madrugar.

A las 7 de la mañana en pie, y nos fuimos duchando por turnos. A las 8 quedamos para desayunar. Desayunamos, y decidimos la forma de llegar a la Gruta de Neptuno. A las 9 de la mañana conseguimos salir de casa rumbo a nuestro primer destino: El puerto de Alghero. Fuimos allí para coger el barco que nos llevaría a la Gruta de Neptuno, ya que una de las personas que viajaba en el grupo no quería bajar ni subir los 656 escalones que separan el parking de Cappo Caccia de la Gruta de Neptuno.

Según salimos del apartamento, en nuestro coche se encendió una luz de temperatura azul. Como ninguno sabíamos que significaba, paramos los coches, y empezamos a buscar en las instrucciones del coche, que de poco nos sirvieron, ya que estaban en italiano y ninguno entendíamos que ponía. Decidimos seguir a ver si la luz se apagaba, y se apagó, así que continuamos sin problema (luego nos daríamos cuenta de que esta luz se encendía cuando el coche estaba frío).

Sobre las 10 y pico estábamos aparcando en el puerto de Alghero. De ahí nos fuimos a coger los billetes del barco. Los cogimos en la primera caseta que nos encontramos, NAVISARDA. Gran error!!! El precio del viaje ida y vuelta fue de 16€ (aquí el primer error de coger esta compañía; es la más cara, luego nos encontraríamos compañías 1€ más barata, que no es mucho, pero después del trato que recibimos es bastante). Como dije, cogimos el billete en NAVISARDA. En la caseta nos informaron de que el barco salía ya. Incluso tuvieron que llamar al barco para que esperara por nosotros. También nos dijeron que la vuelta sería a las 13:30 (cosa que trajo problemas, como más adelante contaré).

Fuimos corriendo hasta el barco, e inmediatamente después de embarcar, el barco zarpó. El viaje dura una media hora. Los paisajes hasta la gruta eran preciosos.



Después de media hora llegamos a la Gruta de Neptuno. Desembarcamos,moviéndose bastante la pasarela, ya que el mar estaba bastante picado. Una vez desembarcamos, compramos los pases a la gruta, 13€ por persona; y empezamos la visita.




La gruta, por dentro, impresionante!! Quedamos bastante sorprendidos con lo que nos encontramos. El grupo fue avanzando, y nosotros, nos quedamos atrás, haciendo fotos (cosa que estaba prohibida... de echo hay una foto en la que aparece una de mis amigas junto un cartel de prohibido fotos). Llegamos al final del circuito, y dimos vuelta; no sin antes presenciar la mala baba de otro de los turistas, que hizo cambiarse de carril a una persona, porque según el tenía que pasar por allí. El guía también se sorprendió ante este suceso.

A las 12:50 horas salimos de la gruta. Como nosotros creíamos que el barco no salía hasta las 13:30 horas, nos fuimos a las escaleras a hacer fotos. De repente vimos que estaban embarcando; así que uno de mis amigos fue a preguntar si ya partían, ya que a nosotros nos dijeron que hasta las 13:30 no salía.

Llegó al barco, y les preguntó si se iban. Le dijeron que si; entonces él les pidió que por favor, esperaran un minuto, que nos llamaba (ya que estábamos al lado). El chico del barco le dijo que no, que se iban y punto. Así que recogieron la pasarela del barco, y zarparon, dejándonos en la gruta, hasta el próximo barco, que partía a las 17 horas. Al ver partir el barco, una amiga y yo bajamos hasta la zona donde zarpaban los barcos, y el guía de la gruta nos dijo el horario del siguiente barco.


Él nos dijo que una de las opciones era subir los 656 escalones, coger un bus turístico, e ir hasta el puerto de Alghero, que era donde teníamos los coches. También nos propuso acercarnos él a las dos hasta el puerto; pero éramos 8, no era viable. Y la última de las opciones, era subir los 656 escalones, comer en el bar que había en la parte superior, en Capo Caccia, y volver a bajar a coger el siguiente barco.

Así que finalmente, pese a que algunas no querían subir los escalones, no le quedó más remedio. Empezamos a subir despacio, haciendo fotos, y paradas cada dos por tres. Llevábamos pocos escalones, cuando tuvimos que hacer una parada técnica, ya que una de mis amigas se abrió un dedo. Tuvo que hacer las curas, y le se vendó el dedo con lo que teníamos en el momento, una talonera. Por lo menos, el dedo quedó protegido. Seguimos subiendo, y haciendo fotos. La verdad que la subida mereció la pena. El paisaje era espectacular. Cuando llegamos al capo Caccia alucinamos con las vistas.


Comimos tranquilamente en el pequeño bar, donde el menú era muy limitado. Una vez comidos, decidimos bajar, para no tener problemas con la salida del barco, por si acaso había cambios con los horarios (ya que a nosotros nos habían informado mal).

Empezamos a bajar, y una se fue quedando atrás. Hicimos el primer descanso, y asomado desde la zona superior vimos a un chico con la cabeza tapada con la camiseta, que se prometía interesante (y creído, todo sea dicho de paso). Estábamos con las fotos, y el encantado de que se las hicieran a él. Al lado del apareció nuestra amiga, que volvió a subir para hacernos una foto desde las alturas. Nos hizo la foto, y el chico le dijo que porque no bajaba, que él nos hacia una foto a las 7. Así que le dejó la cámara y se bajó los escalones que nos separaban. Cuando ella llegó, nos hizo la foto, y tuvo que volver a subir los escalones para recoger la cámara.


Bajando, nos adelantó el chico que nos hizo la foto. Muy majo nos saludó. Seguimos bajando con nuestros cachondeos, disfrutando de los paisajes que nos ofrecía el lugar.


Llegamos a la zona del embarcadero, muy temprano. Nos sentamos en las escaleras a descansar, y a esperar a que llegase el barco. Estando allí sentadas, subió el chico majo. Que decepción al verlo sin la camiseta en la cabeza... Nada que ver... Todo el atractivo se le cayó al suelo.

Cuando vimos llegar el barco, sobre las 16:30 horas, con los nuevos pasajeros, nos levantamos y nos fuimos a la zona de embarcadero. Bajaron los pasajeros, y nos disponíamos a embarcar, cuando no nos dejaron. Nos dijeron que teníamos que esperar a que salieran los pasajeros que estaban en la gruta, para poder embarcar. Así que nos tocó esperar otra hora. Mientras esperábamos, vimos a una pareja que les pasó lo mismo que a nosotros, que los dejaron tirados, con una cara de cabreo impresionante... porque al fin y al cabo, nosotros nos cabreamos, pero luego nos lo tomamos a cachondeo... porque no podíamos hacer otra cosa... Una anécdota más del viaje.



Llegó la hora de embarcar, y allí estábamos, los primeros, no fuera a ser que nos volvieran a dejar en tierra. Volvimos a hacer el viaje de vuelta en cubierta. Esta vez el barco siguió otra ruta de vuelta. Antes de dirigirse al puerto de Alghero, se paró en una cala para dejar a gente allí.



Sobre las 18:30 horas por fin conseguimos llegar al puerto de Alghero. Bajamos del barco, y como ya era tarde, decidimos irnos a conocer el pueblo. Justo al salir del barco, había un puesto de mojitos, y alfa se fue a coger uno; el resto nos reservábamos para otra cosa...


Entramos al pueblo, y nada más entrar, encontramos una heladería artesana. Allí que nos fuimos todas de cabeza. Primero de nada, decidir el sabor o sabores a elegir, que a algunas les costó un poco, dada la variedad de helados que tenían. Al rato salimos todas contentas con nuestros helados en la mano. Estaban buenísimos.

De ahí nos fuimos a pasear por el pueblo. Calles estrechas, pero muy bonitas.





En estas calles, nos encontramos con tiendas muy curiosas, sobretodo las tiendas de gominolas. Tiendas ambientadas,con gominolas artesanas, a precios elevados.




Cuando ya anochecía, cogimos los coches y nos pusimos rumbo a Castelsardo. De camino, hicimos una parada en Auchan, en Sassari, ya que necesitábamos comprar ropa de abrigo para dormir, y algunas cosillas de comer. A las 9 nos estaban echando de allí, ya que en Cerdeña los centros comerciales cierran antes que en España.

De ahí nos fuimos al centro del pueblo, a buscar un restaurante para poder cenar en condiciones, ya que a mediodía habíamos comido a medias (algunas, como yo, una bolsa de patatillas, ya que en el bar no había nada que me gustase). Aparcamos y nos pusimos a buscar un sitio donde comer. Vimos un bar y entramos a preguntar. Ellos no daban cenas, pero nos dijeron donde ir a comer. Así que nos fuimos al restaurante que nos indicaron.

Llegamos restaurante, Bakkus, y pedimos mesa para 8. Al principio nos querían poner en mesas separadas, y tan separadas, ya que estaban en plantas diferentes. Al final conseguimos que nos pusieran juntos, en la planta baja.

Una vez sentados, pedimos; algunas probaron suerte sin saber que pedían. Cuando terminamos de pedir la cena, preguntamos por el servicio, ya que algunas necesitaban ir con urgencia. La sorpresa fue que no tenían el servicio operativo, ya que no tenían agua. Así que dos se fueron a mear a la calle, y mucho se debieron esconder, ya que tardaron un poco en volver.

Llegaron justo cuando llegó la comida. Algun@s tuvimos suerte con nuestra elección, otras tuvieron menos. La pizza estaba muy buena, el penne no estaba tanto, sobretodo para una de mis amigas que no le gustan los vegetales y el que pidió era con vegetales.


Al acabar de cenar continuamos camino hasta el apartamento. Llegamos, y dos de nuestras amigas se pusieron a hacer la sobrecena, nutella con pan. El resto de cabeza para cama, ya que al día siguiente había que levantarse a las 7 de la mañana.

A las 7 de la mañana en pie. A las 8 quedamos para desayunar todos juntos (pedazo desayunos que nos pegábamos). Después de desayunar, cogimos las cosas, y pusimos rumbo a Santa Teresa Gallura.

Primera parada, El capo Testa, después de hora y media de coche (si una cosa hubo en este viaje, fueron horas y horas de coche, ya que Cerdeña tiene unas distancias en tiempo muy largas, porque las carreteras no son nada buenas, y llenas de curvas). Bajamos del coche, y nos encontramos con un paisaje muy bonito, con unas aguas cristalinas.




Según bajamos del coche, nos cogimos el sendero hacia el faro, para ver las vistas desde allí.


Al llegar al faro, nos encontramos con una tumba delante nuestra. También había unas vistas impresionantes.
Estuvimos haciendo fotos en las piedras que teníamos delante.




Desde allí se veía una cala, así que nos decidimos bajar monte a través, no sin hacer alguna que otra paradita para hacer algunas fotos.

Llegando a la cala, el olor empezó a hacerse desagradable. Había un olor bastante insoportable. Una de mis amigas y yo decidimos ponernos el pañuelo que llevábamos al cuello, a modo burca, sólo se nos veían los ojos, para evitar el olor, ya que así podíamos oler nuestra colonia.

Llegamos a la cala, y alguno se atrevió a probar el agua. Otras se subieron a una piedra que había en medio de la cala a modo de Cristobal Colón, y también para hacer montajes fotográficos. Estuvimos un rato allí haciendo fotos, y pasando un buen rato.



Al rato volvimos a subir por el sendero que habíamos bajado (por llamarlo de alguna manera), porque desde abajo solo veíamos piedras, por entre las que teníamos que subir...


Una vez llegados arriba, volvimos a disfrutar de las estupendas vistas que teníamos delante. Y de ahí, nos fuimos a coger el coche para bajar al pueblo, Santa Teresa Gallura.

Cuando conseguimos aparcar, nos fuimos hasta la plaza Vittorio Emanuele I.


Estuvimos paseando por la plaza, y por las calles del pueblo. Paseando por las calles del pueblo, encontramos algunas tiendas de souvenirs, en las que entramos; y también tiendas de productos típicos donde algunos de mis amigos compraron.

En una de las tiendas de souvenirs, nos encontramos con un hombre que hablaba español. Estuvimos hablando un rato con él, sobretodo dos de mis amigas. Él nos estuvo contando cosas. Cuando ya llevábamos un rato hablando con él, le pedimos que nos dijera sitios para comer bien, no los típicos para turistas. El nos indicó que por la zona del ayuntamiento había buenos restaurantes, y no muy caros.

Después de hacer unas compras, seguimos paseando.Pusimos rumbo a la Torre Spagnola.


Mientras nos dirigíamos hacia la torre pudimos ver una cala impresionante, con aguas muy claras. LA verdad, que las playas de Cerdeña son impresionantes, sobretodo por el azul de sus aguas.


A parte de la cala, también había muy buenas vistas del pueblo, desde allí se podía ver casi todo.


Seguimos subiendo por el camino que se encontraba al lado de la torre Spagnola. Desde allí estuvimos disfrutando de las vistas, y de hacer fotos, como no. Llegamos hasta el final del camino, donde se encontraba una virgen de piedra, que a algunas le parecía otra cosa. También pudimos ver las vistas desde el final del camino.



De ahí nos fuimos a comer. Llegamos a la plaza del ayuntamiento. Allí estuvimos buscando un restaurante donde comer. No nos acababa de convencer ninguno. De repente alfa entró a preguntar en uno si daban comidas (aunque hubo un malentendido, y él pensó que iba a pedir mesa); mientras él estaba en este bar, otras fueron a mirar la carta de otro bar, cosa que molestó mucho a alfa, y se enfadó (aunque la cosa no llegó a más).

Al final volvimos al bar donde había entrado alfa, pero nos dijeron que ellos no daban comidas, y nos indicaron por donde encontrar restaurantes que estaban bien.

Subiendo por una calle vimos uno que tenía la carta además de en inglés e italiano, en español (cosa que nos llamó la atención). Seguimos subiendo, y llegamos a más restaurantes. Ninguno nos acababa de convencer, así que decidimos volver al que nos había llamado la atención, El Pape Satán.


El restaurante estaba vacío (era un poco tarde para comer en Italia). Entramos y nos fuimos para la terraza. En la terraza tenían una mesa grande, donde cogiamos los 8, pero estaba al sol, por lo que decidimos comer en las mesas de piedra que había bajo el tejadillo. Nos sentamos en dos que estaban juntas. Nos trajeron la carta y pedimos. Algunos se decidieron por pizza, otros por lasagna, otros por pasta y uno por un plato típico de aquí, de cerdo.



Nos trajeron los platos y empezamos a comer. Con algunos de los platos no tuvimos mucha suerte, como por ejemplo, con la lasagna. Tenía una especia que no nos gustó a las dos personas que la pedimos. El resto de los platos tuvieron mejor suerte.

Cuando vino la camarera a recoger los platos, nos preguntó si nos había gustado todo. Una de mis amigas le dijo que si le decía que sí, le mentiría, porque la lasagna no nos había gustado, aunque el resto sí. Nosotras le dijimos que creíamos que era por una especia que llevaba que no sabíamos cual era que no nos gustaba. Ella se fue a la cocina a preguntar que era lo que le echaban. Salió y nos dijo que pidiéramos otra cosa, como no la pedimos, nos dijeron que esos dos platos no nos los cobrarían. Todo un detalle que nos ganó, además del buen trato que recibimos por parte de la camarera que nos estaba atendiendo. La verdad que es un restaurante a recomendar por el buen trato, y por la bonita terraza que tenían para comer.

Al terminar de comer, decidimos poner rumbo a Castelsardo, para ver la roca elefante, y luego ir a ver el pueblo, mientras alfa se iría a ver el partido de final de liga que enfrentaba al Barça al Atlético de Madrid.

Cogimos los coches y nos pusimos a ello. De camino a Castelsardo, en un momento perdimos al coche que venía detrás. Fuimos más despacio, por si se habían quedado atrás, pero seguían sin aparecer. Paramos el coche a ver si llegaban, pero no,por lo que volvimos hasta la anterior rotonda, por si estaban allí. Como tampoco allí los vimos, las llamamos para ver que era lo que había sucedido. Nos dijeron que una de las ocupantes del otro coche se había mareado, por eso habían parado. Les dijimos que estábamos en la rotonda, y que las esperábamos allí. Cuando llegaron, bajamos hasta la playa que teníamos al lado, la playa Spiaggia di li cossi, para poder estirar las piernas, y que nuestra amiga se recuperara (ya que nos esperaba una horita de carretera de curvas).

Cuando entramos a la playa, nos quitamos el calzado. Estuvimos corriendo por la playa, probando el agua; mientras nuestra amiga, se sentó en la arena a descansar.


Al rato empezamos una batalla. Íbamos a por una de nosotras, y nos tirábamos todas encima. Realmente pasamos un rato genial, disfrutando como niñ@s pequeñ@s. Sólo se nos escapó alfa de ser placado por el resto.


Cuando nuestra amiga ya se encontraba bien, y el resto ya nos habíamos rebozado suficiente en la arena, seguimos camino hasta Castelsardo. Primera parada, la roca elefante.


Una roca que tenía forma de elefante. Paramos a hacernos fotos en ellas, algunas incluso se subieron encima. Estuvimos allí un rato; y seguimos camino hasta Castelsardo. Primero paramos en un parking, donde nos hicimos una foto conjunta en uno de los coches, y algunas estuvimos merendando. Estando allí, pasaron dos chicos en un coche a alta velocidad, saludándonos a su paso. Al rato, los teníamos muy cerca de donde nos encontrábamos. Pero, nosotr@s nos íbamos.

De camino al centro de Castelsardo, paramos a dejar a alfa en un bar, donde se quedaría a ver el partido de final de liga. Nosotras seguimos hasta el centro.

Aparcamos el coche cerca del castillo. Allí nos pusimos a hacer algunas fotos con el paisaje de fondo.



Una de nuestras amigas se fue a preguntarle a unos abuelillos que ver allí. Ellos le dijeron que había un paseo alrededor de la montaña, con vistas muy buenas, así que allá que nos fuimos.


Desde aquí, también podíamos disfrutar del atardecer.


Siguiendo el paseo alrededor de la montaña, llegamos a la zona antigua del pueblo. Estuvimos haciendo fotos por la zona antigua. Pasamos por uno de los restaurantes de la zona, y nos invitaron a pasar. Nosotras seguimos subiendo para poder ver toda la zona. Llegamos a una zona superior, y seguimos haciendo nuestras particulares fotos; fotos de bodas, fotos en el campanario, etc.


En una de las calles, dos de nuestras amigas se pusieron a bailar el "caballito de palo". Estuvieron un rato haciendo la coreografía, mientras el resto estábamos muertas de risa. Al terminar, vimos a una señora que estaba también muerta de la risa, que no paraba de aplaudirlas. Y para sorpresa de todas, en uno de los áticos, había un señor que no paraba de aplaudir.

Al girar la calle, nos encontramos con una cuesta, y nos pusimos todas a hacer una coreografía de "caballito de palo", mientras otra estaba grabando el momentazo. Las risas fueron constantes. La verdad que pasamos un momento buenísimo.

Cuando bajábamos para coger los coches, escuchamos un shhhhhhh, que salía de uno de los locales, y el señor que muy amablemente nos invitó a entrar en su restaurante al subir, casi nos invitó a irnos.

Seguimos bajando y haciendo fotos. También nos encontramos con un chico muy mono, que le gustó mucho a unas de nuestras amigas.

Fuimos a recoger a alfa, y luego paramos en una tienda a comprar unas cosillas. Mientras esperábamos, varias de las chicas tenían ganas de ir al servicio, por lo que alfa, muy amablemente entró en un bar a tomar algo, para que las chicas pudieran ir.

Cuando estaban todos de vuelta, como aún no queríamos ir para casa, paramos al lado del puerto. Desde allí pudimos ver el atardecer de Castelsardo, y los últimos rayos de sol del día.




De ahí nos fuimos a casa. Antes de preparar la cena, cuatro de nuestras amigas se vistieron para la ocasión, y nos deleitaron con la coreografía de "caballito de palo" (de lo que hay documentos gráficos). Fue un momento divertidisimo, ya que lo hicieron realmente bien.

Luego nos pusimos a cenar. Una vez terminamos de cenar, seguimos con nuestras coñas, pasándolo realmente bien. Haciendo placajes a cada uno de nosotros. Momento de risas y más risas. Y después de una gran noche, a dormir, que al día siguiente, como no, a madrugar.

A las 7 en pie, y a las 8 tocaba desayuno. Y para variar, hasta las 9 no conseguimos salir. Hoy tocaba ir a visitar la Isla de la Magdalena. Cogimos los coches, y después de un buen rato (ya que como comenté anteriormente, las distancias en km no son muy grandes, pero en tiempo son enormes).

Llegamos al puerto de Palau, dispuestos a coger el barco hacia la Isla de la Magdalena. Algunos pensábamos que no se podía llevar el coche, pero nos sacaron de dudas, y nos dijeron que si podíamos.

Antes de entrar en el ferry, de la compañía Magdalena Lines, preguntamos a los chicos que se encontraban en puerto. Nos dijeron que iba a salir próximamente un ferry hacia la Isla, y que embarcáramos ya. Nosotros le dijimos que no. Que antes de embarcar queríamos toda la información. Nos indicaron horarios, y volvieron a insistir en que subiéramos ya. Les dijimos que no, que antes de embarcar queríamos saber los precios del viaje, para los dos coches y las 8 personas que íbamos en ellos.

Uno de los chicos nos dijo que el viaje de ida y vuelta sería de 50€ en total, cosa que nos volvió a repetir; por lo que decidimos subir, ya que nos pareció un precio razonable. Para poder subir, pidieron que les dejáramos un DNI, que nos devolverían cuando fuésemos a pagar.

Cuando dejamos los coches, subimos a la zona de pasajeros. Desde allí se veía a lo lejos la otra costa.


Nos pusimos a la cola para pagar y cuando llegó nuestro turno, empezaron los problemas. La chica que estaba cobrando nos dijo que el precio sería de 59€ por coche, a lo que los 4 que estábamos allí en ese momento dijimos que de ninguna manera, ya que antes de entrar nos habían dicho otro precio, 50€ en total. Ellos seguían insistiendo en que sería el otro precio.

Como estaba allí la persona que nos había dado el precio antes de embarcar, nos dirigimos a él para reclamarle que él nos había dicho otro precio. Como nosotros no nos bajábamos de la burra, ya que teníamos razón, llamaron al encargado, un hombre bastante desagradable. El se enfrentó a nosotros, diciendo que lo que decíamos era mentira. Nosotros nos volvimos a dirigir al hombre que nos había dado el precio, y le dijimos que dijera la verdad, porque nosotros no pensábamos pagar más de lo acordado antes de embarcar. Llegamos a decirle, que o pagábamos lo acordado, o que nos devolvieran a puerto, ya que no estábamos a dispuestos a que nos tomaran por tontos.

Como no consiguieron convencernos, al final cedieron, y el precio final fue el acordado antes de embarcar, 50€ ida y vuelta en total.

Al llegar a puerto, desembarcamos, y pusimos rumbo a una cala. Cuando íbamos de camino, una patrulla de la policía, nos desvió, ya que esa carretera la tenían cortada. Así que tuvimos que decidir nuevo destino: la cala Francese. De camino a la cala, paramos a hacer fotos, y a tomar un pequeño refrigerio. Desde allí pudimos ver el pueblo de La Magadalena desde lo alto.



Antes de llegar a la cala Francese, volveríamos a hacer una nueva parada, para ver las vistas, y algunas para cambiarse de ropa.



Una vez hecha la parada técnica, ahora si que, nuestra siguiente parada sería dicha cala. Aparcamos el coche, en una zona que parecía zona de aparcamiento, y nos fuimos caminando por un camino de tierra (que luego descubrimos que por el podríamos haber llevado el coche). Yendo por dicho camino, intentamos acceder a la cala, pero sin éxito. Seguimos el camino, y llegamos a una pequeña capilla, con un mirador alrededor. El agua desde allí se veía espectacular.



Y desde allí, ahora si, llegamos a la cala Francese. Una pequeña calita de aguas cristalinas, y en la que no se encontraba nadie; así que pudimos disfrutar de un rato en la playa nosotros solos. La pena fue que hacía bastante aire, y el tiempo no acompañó para poder bañarnos, pero si pudimos probar el agua, que, por cierto, estaba buenísima.



Cerca de mediodía nos volvimos al pueblo de la Magdalena. Aquí, después de debatir lo que haríamos, cogimos nuevamente el barco, para volver a Cerdeña, ya que decidimos seguir la tarde por allí (las conclusiones que sacamos, fue que no merece la pena esta excursión, y menos por el precio que nos cobran a los turistas, menos mal que a nosotros nos cobraron como personas del lugar).

Nos dirigimos a la zona para embarcar. Primero nos pusimos en una de las zonas de embarque de otra compañía, los cuales nos avisaron de que no estábamos en el lugar correcto, y nos indicaron donde ponernos.

Nos fuimos para allí, y esperamos la llegada del barco. Cuando fuimos a embarcar, enseñamos nuestros pasajes, y la persona que los pedía, nos dijo como era que nosotros llevábamos dichos pasajes, ya que eran de residentes, y lógicamente, nosotros no parecíamos residentes. Le indicamos que fueron sus compañeros los que nos los habían vendido; y después de ponernos mala cara, cosa que nos dio igual, nos dejó embarcar.

Dejamos el coche abajo, y subimos hasta la zona de pasajeros para hacer el viaje de vuelta a la isla.

Al llegar a puerto nos pusimos rumbo a Porto Cervo. Por el camino, llegamos a un pueblo, Arzachena, donde decidimos comer, ya que nos habían dicho que Porto Cervo era carísimo. Aparcamos y nos fuimos en busca de un restaurante, algo que no nos resultó muy fácil.

Llegamos a un centro comercial, y allí había un restaurante, que al entrar nos dijo que no podían atendernos, ya que tenían una celebración y lo tenían cerrado. Pero que si queríamos volviésemos por la noche. Allí nos indicaron que nos dirigiéramos a la plaza del pueblo, que allí tendríamos restaurantes.

Nos fuimos a dicha plaza, y oh, sorpresa, no había ninguno abierto. Así que fueron a preguntar a un bar a ver si allí nos daban de comer. Nos dijeron que no, pero llamaron a una persona que abrió su restaurante para darnos de comer. El restaurante se llamaba Il buongustaio. Al abrir el restaurante, una pareja también entró a comer, por lo que nos hizo un gran favor a todos.

Nos entregó la carta y pedimos. Esta vez casi todos cogieron fritura de pescado, calamari friti, y una de nosotras escogió pasta. La fritura de pescado y los calamari friti estaban muy buenos. La pasta no tuvo mucho éxito. Luego llegaron los postres. Una de mis amigas se atrevió, por fin, a probar el postre típico sardo, una especie de empanadilla de queso caliente bañada en miel.


Así que, aunque no gustó mucho, no se quedaron sin probar dicho postre, ya que nos lo ofrecían en todos los restaurantes, como algo típico.

En la plaza donde estaba este restaurante, había wifi, por lo que dos de nuestros acompañantes, estuvieron enganchados durante un rato al móvil.

Una vez terminamos de comer, seguimos nuestro camino a Porto Cervo.

Por fin llegamos a dicho pueblo. Ya no nos bajamos del coche, lo vimos en movimiento; hasta que llegamos a las afueras del pueblo, donde nos bajamos a ver el paisaje.


Allí pudimos ver un hotel con unas piscinas impresionantes, que nos dejó con la boca abierta. También pudimos ver unos yates enormes, además de las casas que nos encontramos.

De allí nos fuimos a San Pantaleo, un pueblo que en los foros ponían muy bien, aunque a nuestra forma de ver, no tenía gran cosa que ver.

Para llegar al pueblo subimos por una carretera llena de curvas, y estrecha. Vamos, como dijo una amiga, un camino de cabras asfaltado. Llegamos al pueblo, y antes de nada, quisimos echar gasolina en uno de los coches. Fuimos a la gasolinera, y para sorpresa nuestra, no había personal en ella, sólo había una máquina autoservicio, que para colmo estaba en italiano. Como ya nos quedaba poca gasolina no nos quedó más remedio que echar.

Allí estuvimos un rato intentando saber como funcionaba aquello. Cuando metimos el dinero en la maquinita, intentamos echar la gasolina, pero de la manguera no salía nada de nada. Seguimos allí investigando, y por fin conseguimos que nos echara la gasolina que habíamos pagado.

Una vez que tuvimos gasolina, aparcamos, y fuimos a conocer el pueblo. Subimos por la carretera hasta llegar a la plaza del pueblo. Nada más entrar en dicha plaza, nos encontramos una calle muy curiosa, con muchas antigüedades.




Desde esa calle nos dirigimos hasta la iglesia del pueblo. Una iglesia de piedra muy bonita. Allí volvimos a revivir una de las bodas de Castelsardo.


Desde la plaza del pueblo, también pudimos ver las montañas que protegen a este pueblo, que le dan un aire especial al pequeño pueblo.


Desde San Pantaleo pusimos rumbo a la Playa Liscia Ruja. Hasta llegar a ella tuvimos que ir por una carretera llena de curvas, para variar. Llegamos a una zona de aparcamiento, en donde íbamos a dejar el coche, pero cuando vimos que había un camino de tierra que estaba bien para ir en coche, nos bajamos con ellos; así que llegamos hasta la playa en coche.

La playa que nos encontramos era espectacular. Como no hacía muy buen tiempo, nos encontramos con la playa vacía.





Aquí estuvimos un rato, jugando, y algunas cogiendo arena para llevar de recuerdo. Como hacía frío, algunas se fueron pronto para el coche. Otras, acabaron rebozadas por la arena.

Desde ahí, como ya anochecía, pusimos rumbo a los apartamentos, ya que nos quedaban 2 horas de camino hasta llegar allí, y ya estaba anocheciendo.

Al llegar al apartamento, cenamos, y todos para cama, a descansar, que el cansancio ya empezaba a hacer mella en nosotros.

Llegó el penúltimo día. Como todos los días a las 7 en pie, a las 8 desayuno, y pusimos rumbo a nuestro nuevo destino sobre las 9. El primer destino escogido para este día fue Stintino. Hasta allí un hora de camino, y el tiempo no nos acompañaba. Empezó a llover llegando al pueblo, y no poco. El agua caía con fuerza. Al llegar al pueblo, nos fuimos a un super, a ver si había paraguas. Paraguas no encontraron, pero cosas que comer si.

De ahí nos fuimos al puerto. Cuando llegamos paró de llover, por lo que nos bajamos a dar una vuelta por allí.



Estando paseando por el puerto, empezó nuevamente a llover. Dos de nuestras amigas se fueron en busca de alguna tienda que vendiese paraguas. El resto nos fuimos a una cafetería que había en el puerto, a tomar algo calentito. Encontraron los paraguas, pero muy caros, así que no los compraron. Se vinieron a tomar algo con nosotros, y cuando terminó de llover, nos fuimos a la playa de La Pelosa.

Cogimos los coches, y nos fuimos hacia la playa. Al llegar estuvimos haciendo fotos en la zona de las rocas, desde donde se veía la torre La Pelosa en un islota.


También desde aquí, se veía el agua clara que tenía esta playa. La verdad que una playa 100% recomendable. La pena fue que el tiempo no nos acompañó para poder bañarnos. Pero mereció la pena ir igualmente, por verla.



Desde aquí, ya nos dirigimos a la playa. Por el camino a la playa, nos encontramos con dos de nuestras amigas, que habían bajado a hacer unas fotos al jardín de un restaurante que se encontraba a pie de playa. Cuando entraron en el recinto, un camarero, amablemente, le contó los platos que tenían y los precios, que les pareció muy razonables, precios parecidos a los de estos días, pero en un marco incomparable.


Llegamos a la playa, y desde allí pudimos ver la torre. Las vistas muy bonitas.


En esta playa pasamos un buen rato. Haciendo fotos, y disfrutando de la playa, hasta que llegó la hora de comer.

 

Aquí tuvimos tiempo de correr, saltar, pasear... Tiempo para disfrutar tranquilamente de nuestra estancia allí.

A la hora de comer, nos fuimos al restaurante que antes mencioné, La Pelosetta, situado a pie de playa de la Pelosa. Comimos en la terraza, con el mar como compañía. La comida estupenda, estaba todo buenísimo. Algunos se animaron a probar el plato estrella del restaurante, y no decepcionó.



Y las vistas mientras comíamos geniales. Un marco incomparable,


Al acabar de comer, nos fuimos a ver el Capo Falcone. Subimos hasta la zona donde llegaban los coches, y nos fuimos andando hasta los acantilados.

Llegamos allí, y quedamos impresionados con los paisajes que nos encontramos.





Como estábamos cerca de Alghero, desde ahí nos fuimos allí, porque queríamos terminar de comprar unas cosillas que teníamos pendiente, y de paso terminar de ver la ciudad, y su atardecer.

En media hora nos pusimos en Alghero. De repente, el coche de atrás se paró, nosotros un poco más adelante. Vimos como 3 de nuestras amigas se bajaron, y se fueron hasta la playa a hacer una foto en las tumbonas que había allí. Incluso el vigilante se prestó a hacerles algunas que otra foto.

De ahí nos fuimos al parking del puerto, donde dejamos el coche. Subimos hasta las tiendas, y compramos las cosas pendientes. Luego nos fuimos a terminar de ver el pueblo, dando un paseo por sus calles .






Incluso pudimos disfrutar de la maravillosa puesta de sol que nos ofrece Alghero.


Mientras estábamos viendo la puesta de sol, nos dio por hacer fotos curiosas. Una de ellas acostadas en un banco, otras sentadas en unos asientos, otras extrañas, etc. Vamos, todo un espectáculo para las personas que pasaban por allí en ese momento.

Cuando se hizo de noche, pusimos rumbo al apartamento. Al llegar nos pusimos a hacer la maleta (ya que al día siguiente nos volvíamos a España), y luego a cenar, y para cama.

Y llegó el último día del viaje. Nos levantamos temprano para terminar de hacer la maleta, y recoger el apartamento. Desayunamos, y una vez todo recogido, nos fuimos a devolver las llaves de los apartamentos, ya que la persona que tenía que venir a recogerlas, no pudo venir porque se le estropeó el coche. Dejamos las llaves, y, mientras algunos dejábamos las llaves, otros se fueron al super a comprar productos típico de la isla para llevar a nuestras familia.

De ahí, pusimos rumbo a Bosa. El gps nos indicaba que nos quedaban 2 horas de camino; y nunca mejor dicho, porque en algunos momento eran caminos de cabras asfaltados. Nos adentramos en la Cerdeña profunda. De camino a Bosa pasamos por el Lago de Temo.



Después de las fotos de rigor, continuamos camino a Bosa. Al llegar a Bosa, no vimos nada interesante y, continuamos a Bosa Marina. Al llegar a Bosa Marina, aparcamos el coche, y nos fuimos a pasear por la zona.

Primera parada, un barco que había en un solar, que nos llamó mucho la atención.


Paseando nos subimos a la muralla que había en uno de los laterales de la playa de Bosa Marina.


Desde la muralla, se podía ver la playa. Y también se podía ver la zona de entrada al puerto.

Estuvimos paseando por la muralla, hasta que llegamos a la zona de las piedras, donde estuvimos haciendo varias fotos.



Sobre la una de la tarde pusimos rumbo al aeropuerto de Fertilia, porque teníamos hora y pico de camino hasta llegar allí. El trayecto lo hicimos por una carretera que había por la costa. La carretera tenía muchas curvas, pero el paisaje era muy bonito.

Llegando a Alghero, el coche nos pitó reserva. Íbamos a echar gasolina en el pueblo, pero al llegar no había personal, así que preferimos seguir, y repostar llegando al aeropuerto. Llegamos al aeropuerto, y no encontramos ninguna gasolinera por el camino; así que tuvimos que preguntar a una persona que pasaba por allí donde había una gasolinera cercana, y marchar en su búsqueda.

En 10 minutos estábamos en la gasolinera. Llenamos los depósitos, y volvimos al aeropuerto.

Al llegar al aeropuerto, dejamos los coches, y nos fuimos a facturar la maleta de una de mis amigas. Al llegar al mostrador, y pesar la maleta, pesaba 19 kg, y ella tenía comprado 15 kg, por lo que la azafata le dijo que tenía que quitarle cosas.

Le quitamos unas cuantas cosas, y volvió a probar. Seguía pesando mucho, 17 kg. ASí que seguimos quitando cosas, hasta tal punto, que cuando la volvió a pesar, pesaba 14,6 kg.

La azafata quería facturarla ya. Yo le dije a mi amiga que podía meterle un pantalón dentro, y así rellenaba hasta los 15 kg. La azafata nos miró fatal, además de cuchichear con su compañera sobre nosotras. Pero sin hacerle demasiado caso, mi amiga abrió la maleta y le metió el pantalón.

Una vez facturamos, nos volvimos hasta donde estaba el resto de nuestras amigas, y nos pusimos a comer, allí, en medio del aeropuerto. Al terminar de comer, y para despedirse de Cerdeña, mis amigos se fueron a por un heladito.

Unos 30 minutos antes de la salida del avión, nos fuimos hasta la puerta de embarque. Fuimos pasando, y salimos a pista, para subir por las escaleras hasta el avión. Al entrar en el avión, nuestros asientos estaban ocupados por dos señoras y un niño. Las azafatas nos mandaron sentarnos en otros asientos. Al rato llegaron las personas que tenían esos asientos, y nos volvieron a cambiar. Al final nos sentaron en la salida de emergencias; por lo que íbamos la mar de cómodas. El resto estaba desperdigado. Tres de nosotros se quedaron dormidos. Los 5 restantes, en cuanto el avión estaba volando, nos juntamos en nuestros asientos, ya que como teníamos tanto espacio cogíamos perfectamente.

El vuelo se nos pasó volando (nunca mejor dicho, jeje). Estuvimos entre risas, y fotos a nuestros dormidos amigos. Incluso, los acompañantes de asiento de nuestros amigos, nos llamaban para que les hiciésemos las fotos dormidos.

A las siete y pico llegamos a Madrid. Bajamos del avión, y nos vamos a la sala de recogida de equipajes, a buscar la maleta de nuestra amiga. Como tardaba un poco en salir, nuestra amiga se impacientaba. Al rato salió la maleta, y llegó la hora de la despedida.

Nos despedimos los que nos quedamos en Madrid de los que se iban para Vigo, que aún les quedaba otro pequeño viaje hasta llegar allí.

Y aquí termina nuestro viaje a Cerdeña.







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